Regina Goberna, monja benedictina

Monja benedictina del Monasterio de Montserrat. Entró a los 20 años en el convento. Su família tuvo una cierta resistencia, pero les dijeron que tranquilos, que antes de un año estaría en casa... "porque soy muy movida, muy habladora"... y sigue su vida en el convento.
Tiempo de cambios:
  "En el fondo, para mí no hay cambios, cuando te agarras al Evangelio, a lO absoluto y a las raíces las cosas no cambian tanto, cambian las formulaciones, pero tu eres feliz con todo; externamente ha habido cambios y yo los celebro "
  "El convento tenía rejas, pero cuando pudieron las sacaron. Cuando empecé éramos 80 monjas, hoy 37."
Además, hoy internet ha entrado en el convento y el convento tiene una preciosa web, www.benedictinescat.com, de la que ella es la principal autora. 

     Un día escuchó un monje de Montserrat decir: "San Benito no inventó la imprenta, pero los benedictinos a través de la imprenta evangelizaron Europa". 
"Ahora los benedictinos no hemos inventado Internet, pero a través de Internet podemos evangelizar". Y ella se dijo "Esto es lo que me gusta" y comenzó a pensar la web. No sabía escribir a máquina porque ella es artista y lo que domina es lo manual.
     Es una de las creadoras de la artesanía que venden al convento y que se puede ver en su web. "Yo trabajo la cerámica, soy la que lleva los diseños. La abadesa y yo hicimos el estilo y ahora ya rueda solo. Cada una tiene algo de margen hacia la izquierda, hacia la derecha. Yo soy más abstracta. Cuando tengo que crear disfruto creando y cuando tengo que hacer algo monótona digo: 'Ay, Señor, hoy estaremos tú y yo aquí, porque no me pide mucha atención', pero normalmente hago creación, porque tenemos muchos encargos". 
     Comparte la artesanía con la oración: "Rezo cinco horas diarias, pero no es aquello de decir oraciones y salmos sin freno. Es ir conociendo los salmos uno a uno, la Eucaristía que cada día es nueva, porque el Evangelio es siempre nuevo ". 

     Y desde 1997 la abadesa le dio la oportunidad de introducir el ordenador en su vida. Al principio no pensó en entrar en Internet, sino en utilizarlo para escribir -porque también escribe libros- pero la abadesa le dijo que, utilizara Internet o no, pagarían lo mismo porque tenían tarifa plana y entonces comenzó a pensar la web. 
     Tenía 66 años cuando le regalaron un ordenador viejo. Pidió ayuda a las más jóvenes, incluso el chico que hacía de cartero, que fue quien la ayudó en el primer diseño de la web, para que ella no tenía ni idea de cómo funcionaba el tema. Me maravilla que pueda hacer una web tan bien hecha una persona con una cierta edad y ella me dice: "Por Internet no hay edades ni fronteras ... Sabes de qué depende? De la ilusión. Cuando quieres algo todo te es fácil". 

De la misma manera que a Teresa de Lisieux, el convento no le sirve para huir del mundo sino que se siente misionera del mundo. "Escogí ser monja por el mundo, yo no escogí santificarse yo sino pensando que quería ser misionera y me dije 'las misiones es convertirte tú, irte convirtiendo y, a medida que tú te conviertas, colaborar con los otros, compartir, pero de palabra ni de libros, sino compartir la vida'. Me pidieron que escribiera libros y los he escrito. Cuando rezas el mundo se te pone dentro. Hace muchos años que lo que pasaba fuera del monasterio lo empecé a recoger por países, primero pobres y después ricos, porque me dije por qué debo excluir los ricos? Lo que pasa me afecta. Es algo propio. Ahora en las tardes hago la web y, a través de Internet, me llega todo lo que pasa en el mundo".