Germán Aleph

Vivo caminando por la frontera entre lo desconocido y lo recordado, rindiéndome ante la realidad del momento presente y encontrando en la incertidumbre mi libertad creativa. Lo desconocido no tiene para mí ninguna garantía como tampoco tiene ninguna garantía el hecho de vivir una vida completamente planeada y en la que todo está bajo control. Vivir sin la carga de estar preparado para lo que va a venir, ha sido un verdadero regalo. Afrontar toda la vorágine de emociones sin integrar, creencias limitantes y demás ruidos que yo creía que eran parte de mí, ha limpiado el camino y ha dado paso a un sentimiento de desapego, de libertad, ausencia de juicios y amor hacia mí mismo que me permite descubrir cada vez más potenciales que antes no podía reconocer en mí.

Dejar de vivir de la música para vivir la música ha sido un reencuentro maravilloso pues la escucha de la canción cotidiana me hace tomar consciencia de la realidad y me permite ser el niño que siempre he sido.
En los espacios de esta gran sinfonía de la creación he forjado una gran amistad con el Silencio en el que escucho el sonido del Origen. Este sonido vuelve a revelarse desde las profundidades de mi alma y su eco resuena en mi corazón con el nombre de Aleph.
Esta voz se habla a sí misma y entonces comprendo que cada uno tiene un sonido único y que la voz del Origen habla en cada corazón con un sonido diferente y singular pero en perfecta armonía con todo lo que existe.
Porque somos células de un mismo cuerpo, gotas de un océano de amor, acordes de una sinfonía universal, músicos de una orquesta viva.
La Tierra es un mandala de corazones alados en libertad para expandirse y crear bellas melodías que resuenen en cada rincón del universo fundiéndose con la Música de las Esferas y con el profundo y eterno Silencio del gran corazón de la Madre Cósmica...OM